(Este no es un post; sólo leer después de leer el post anterior)
Ya me estaban preguntando por la crisis de los 50....
Bien: antes que me pregunten por la crisis de los 60, 70, 25..., por la crisis del segundo año de la carrera, por la crisis pre graduación, por la comezón del tercer, cuarto y séptimo año, por la crisis pre y post jubilación, etc. y a riesgo de ser prosaico, les digo que:
- No confundan un fenómeno con su explicación (Maturana dixit). El fenómeno es la desazón, la insatisfacción; "la crisis de...", es su explicación.
- Y es una mala explicación. Digo mala, por que, entre otras cosas, puesto que una explicación lleva a tomar cursos de acción, entonces las explicaciones pueden ser más o menos poderosas o útiles. Si la explicación es "la crisis de...", casi no me queda más que esperar (a que se produzca, primero, y "a que se me pase", después).
- Mejor, creo yo, es estar atentos a las insatisfacciones en nuestras vidas (en sus distintos ámbitos) y declarar estas insatisfacciones a tiempo, y revisar mi responsabilidad en el asunto. Responsabilidad y libertad no son contrapuestas; al revés, si la explicación de un evento hace referencia a cosas que no he dicho, o hecho, bueno: por ahí se empieza a perfilar qué hacer.
- Por cierto, hay explicaciones que me doy, y hay explicaciones que les doy (a los demás, a mi mujer, a mi jefe, a mis hijos). Reconozco que ahí pueden dar ganas de echarle la culpa al empedrado: "no soy yo, es eso"..... "Compréndanme", o "disculpenme", falta decir no más.
Ya. 'Ta güeno.
(Sin poesía por ahora).