domingo, abril 02, 2006

EL OTOÑO

Varios han dedicado unas líneas al otoño.
Me toca.
El fin de semana, como casi todos, fui a la feria, ese lugar donde se vende frutas, verduras y pescados y, aveces, también ropa, tocadiscos, herramientas...
Me encanta ir a la ferias: Me gusta el buen humor de los feriantes, sus bromas constantes, sus piropos, el pregón con que ofrecen sus productos; y los aromas de las flores y las frutas y hortalizas que encuentro, las rumas casi pop de los colores...lamenté, como casi todos los fines de semana, no llevar una cámara fotográfica conmigo.
También me gusta advertir cómo la feria me muestra el paso de las estaciones, ese ritmo circular del tiempo. Me da un gusto que ni les cuento cuando encuentro por primera vez en una temporada las guindas y cerezas, o los primeros duraznos, los porotos granados...El sábado casi no había duraznos, pero había mayor variedad de uvas que la vez anterior, y membrillos y las bellas granadas. Cómo no celebrar y llevar a tu casa un racimo de esas bellezas, un kilo de moras, un perfumado membrillo.
Es como un re encuentro con aquellos a los que guardamos afecto. Igual: la misma alegría, las mismas ganas de sonreir y saludar: qué bueno verlas de nuevo, Sras. Granadas, Sr. Membrillo (¿se acuerda de cuando nos encontrábamos en esa vieja escuela de Concepción?), ¡señoritas las moras!, miren dónde las vuelvo a ver, tan ordenadas.

Ah, el tiempo y su eterno regresar. Y lo mejor, mi alma extrañamente reconfortada: un año más, una nueva vuelta de la rueda. Volver, siempre volver. Siempre partir.

-Qué bueno verlo de nuevo, Sr. Otoño. Gracias por todo.