domingo, mayo 21, 2006

CARPE DIEM

Bien: tras largas vacaciones (no muy merecidas, la verdad) vuelvo a escribir animado por las reflexiones y aprendizajes que suceden en la terapia, en la vida y en mi propio camino.

Imagino que el colega que atendió a mi paciente de esta semana no se lo dijo en latín, ni lo hizo citando los versos de Horacio:

"Dom loquimur fugerit invide aetas:
carpe diem, quam minimum credula postero
." (*)

Prosaico, ha de haber dicho que la vida sólo se vive una vez, que el tiempo es corto, que uno se arrepiente de lo que no hace, etcétera. El Sr. Inocenti (que así le llamaremos) probablemente fue a consultar para oir aquello; es más, debe haber ayudado al Dr. Aceituno (ya saben...) para que se lo dijese. Y se lo dijo. Y, con la prescripción como escudo, no perdió tiempo en asumir su vida y "carpear" el diem.
Le conocí hace una semana; un año después de aquella primera consulta. Está intentando re construir su vida, reparar en lo posible el daño inflingido a varios (también a sí mismo) y recuperar su matrimonio de treinta y tantos años. Quiere que lo ayude.

* * *

Pensé dejar hasta ahí el post y esperar vuestros comentarios. Pero me faltó algo: decir qué pienso yo de aquel milenario dictum y de otras ideas parecidas.
Lo primero, decir que, como ideal, me parece un ideal menor. Imagino a alguien durmiendo todo el día, o frenético en actividad, o en reviente perpetuo, o trabajando sin descanso: cualquiera podría decir "estoy aprovechando el día" y de cualquiera podría decir yo -u otro-: "no lo hace". No tiene que ver con hacer o no hacer, me parece; tal vez tiene que ver con la clase de cosas que se hacen y, sobre todo, tiene que ver con cómo las haces, con la actitud con que vives. Por supuesto, la conciencia de la muerte aquí es crucial.
(* Dice la cita de Horacio:
"Mientras hablamos, el envidioso tiempo ha huido
Aprovecha el día, confía en el mañana tan poco como puedas")

Bueno: la conciencia es crucial, debí decir.
Y si despiertas, pues te encuentras a solas con el presente: con el abismante y eterno presente, y con tu ardua y dulce libertad.
Ese es, me parece, el verdadero sentido del carpe diem: la no evitación de esa conciencia, el centrarse en el presente con gratitud.
Dejar de ver el pasto del otro lado del potrero (tan verde, tan parejito), dejar de creer que la vida está en otra parte.
Decía Don Juan que haz de vivir como si cada acto fuese tu último acto sobre la tierra.

"Esta hora es la crisis misma de tu destino
Tu bien y tu mal, tu infamia o tu fama
Y el color entero de tu vida depende
de este importante ahora
."
(de un poema de John Dryden)

"Hijo mío, si tienes algo sírvete de ello
(si tienes algo trátate bien), y se generoso con Dios.
Recuerda que en la tumba no disfrutarás
y que la muerte no tarda (...)
Antes de morir favorece a tu amigo, dale de lo que tengas a mano.
No te prives de un día dichoso y no se te pase un deseo legítimo.
¿Por qué dejar a un extraño tus riquezas
y tus sudores para que a suertes se reparta?
Da y recibe y recrea tu alma,
que en el Abismo no encontrarás placeres.
Toda carne se ajará como la ropa,
porque el decreto eterno es: "morirás"."

(de Eclesiástico, 14, 11-17)

Y, acerca de la confianza, como actitud en el presente:

"..No anden preocupados por la vida pensando qué van a comer o beber, ni por el cuerpo, pensando qué van a vestir (...) Miren a los pájaros: ni cosechan ni guardan en bodegas; y, sin embargo, su padre celestial les alimenta.
¿Y por qué se preocupan por el vestido? Dense cuenta de cómo crecen los lirios del campo, y no trabajan ni tejen. Y les digo que ni Salomón, en todo su lujo, vestía tan bien como cualquiera de ellos"
(Ya saben quien lo dijo, ¿verdad?)

Bueno, el tema era tremedo; obviamente no está agotado.
Carpe diem, sí. Piérdete, no. O algo así.
Vale.