jueves, marzo 31, 2011

Emprendimiento, emprendimiento, emprendimiento, emprendimiento...

Cuando chico descubrí, como tantos, que si repetía una palabra con cierta cadencia y con un cierto balanceo de mi cuerpo, de pronto sentía algo indefinble que surgía junto con el repentino vaciarse de significado la palabra. Recuerdo haberle enseñado el procedimiento con pasión a mis amigos (¿el despertar de mi vocación?), y lo hacíamos entre varios, y de repente nos estábamos riendo y comentábamos algo así como "qué raro". Ya no lo puedo hacer, o muy rara vez. Las veces que he sentido algo parecido ha sido cuando he logrado meditar por algún rato. Bueno: ¿a título de qué?
En el colectivo de ayer en la mañana (salí tarde y no pude hacer la grata caminata a la oficina) me enteré que la vecina de atrás se gana la vida haciendo talleres de emprendimiento. Quiebre: me di cuenta que la palabra la habían dicho a lo menos tres de mis pacientes de esta semana. Tuve tiempo de escuchar la conversación narrativa de la vecina con el otro pasajero, vecino también; esa clase de conversaciones para las que no tengo gran talento ni afición ("yo le dije, y ella dijo y entonces le dije y me dijo", etc). Advertí que no escuchaba bien, que por momentos era un diálogo de sordos en que cada uno creía responder al otro pero que en realidad la conversa estaba plagada de malos entendidos (believe me: es mi opinión, pero soy bueno escuchando -otra opinión fundada). Me pregunté qué emprendimiento enseñaría alguien que ni siquiera escuchaba bien y que trasuntaba un sentido común metafísico y realista ingenuo. Le iba bien, comentó, y contó alguna de sus últimas adquisiciones -que ya me la quisera yo. Recordé los emprendimientos de mis pacientes. Cada uno de ellos sostenía con sinceridad y convicción que sus acciones en cierto dominio eran emprendimientos, y lo eran, claro, pero sus acciones las juzgué intrascendentes o inadecuadas o sin espíritu o incapaces de hacerse cargo de las inquietudes profundas que yo era capaz de "escuchar" al acompañarlos.
Está de moda la palabra emprendimiento, y como muchas así, pronto terminarán no significando demasiado más que "esto me gusta" -vaciándose de contenido. O significando cosas muy distintas para cada uno. Como lo mostraba el post Desenmascarando al emprendedor, este énfasis en hacer de todos ciudadanos emprendedores, puede ser una nada inocente manipulacion de "la Matrix", y los entusiastas emprendedores nada más que peones de un juego que ignoran. En la Plataforma hemos declarado nuestro afán en el desarrollo de un emprendimiento integral. Lo que queremos significar está desperdigado en este blog, en nuestras conversaciones, en nuestro empeño personal y colectivo. La palabra podrá gustar y no es impensable verla un día repetida hasta la saciedad y significando otra nada o un gusto personal. Pero es inevitable: emprender es un juicio, y como tal, sus estándares serán zona de disputa.
Podrás bailar, como dice Clau en su reciente post, dirigir una empresa, conversar, hacer ramos de flores, incluso descansar, y en cada una de esas empresas podrás emprender integralmente -o no hacerlo. Porque la diferencia tiene que ver con el habitante que queremos encarnar y promover: uno que está depierto, conciente de su pequeñez y de su poder, al servicio de todos en tanto al servicio del sueño compartido de un mundo más sano.
Desde ahí, emprender adquiere un sentido vital para nosotros: no tiene que ver (solo) con armar negocios, empresas, emprendimientos. Es lo que surge naturalmente de uno que camina despierto y en compañía de sus pró(j)imos. Que se respeta y se cuida tanto como respeta y cuida a sus semejantes y a su terruño -ese pedacito de planeta que habita y que lo sustenta.

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Es mi primer post en más de tres años, y lo escribí para otro sitio (el blog de Plataforma Áurea). Como le contaba a mis amigos de ICB ELALPA, participo también de otras conversaciones, además de la de la salud. Pero cuando vemos a la salud de un modo más holístico, descubrimos que tiene que ver con nuestro modo de habitar, de modo que ningún ámbito de lo humano le es ajeno. Y como advirtió Annie Gutierrez, mi amiga psicóloga, emprender también es estar abierto a las oportunidades que hay en el presente: es una invitación a dejar de pre-ocuparnos (estar en la mente) para estar en el mundo. Y el mundo es un regalo, si queremos mirarlo así. Y si sí, entonces es bueno también dar algo a cambio: ¡Hazlo ya! (gracias Aldo).