lunes, diciembre 24, 2007

La Navidad

Jodorowsky escribió un libro (Evangelios para sanar), en los que revisa lo que llama el mito fundacional de nuestra cultura, desde el punto de vista del artista -de su punto de vista, en realidad. Y arremete con el evangelio como con un cuento, un cuento bello y perfecto. Y tal como lo anuncia, es capaz de revelarnos, si ello es posible, su belleza con una mirada nueva.
No ha sido el único. Hay algunos que se han dejado cautivar por Jesús desde la belleza de su historia. C.S. Lewis, por ejemplo; este servidor que los latea de vez en cuando (y a través de las páginas de autores tan diversos como Lewis, el cura Valente en alguno de su versos afortunados, San Juan de la Cruz y otros) y también de este que les presento ahora: Giovanni Papini, otro que cayó de pura belleza.
La Navidad, el nacimiento de un Dios encarnado, es quizá la historia donde la magia es más bella y más loca que en ningún otro cuento. Cómo no sentir esperanza al contemplarla. Como no salir a dar gracias por la vida, por la belleza de esta creación, por este Dios que caminó por nuestros caminos.
Un beso a todos.
Feliz Navidad.

carlos.

p.s.: Los Soliloquios de Belén, de Papini. Léanlo en Familia.

miércoles, noviembre 28, 2007

La vida mágica (ay, sí)

Estaba medio depresivo, juzgaron algunos, por mi larga ausencia de postear y de visitar a mis (ciber)amigos. Cansancio vulgar, nada más (con música, si quieren), les digo. Algunos, con pretensiones de fundar su opinión, señalaban los posts anteriores.

Los vaivenes de la vida y la profesión.

Ayer he tenido un día fenomenal. Y la semana pasada, otro. Este de la semana pasada fue trabajando en la consulta. En la mañana del miércoles me encontré celebrando la vida, la transformación, la salud, la libertad junto a tres de mis pacientes. E iniciando, a la vez, nuestra ya próxima despedida. Una vez les comenté esto de que la salud no se explica sino que se celebra. Se agradece. Y cuando se trata de mis pacientes, pues, qué les digo: Quedo más feliz que los monos.

Eso. La mañana estaba luminosa, claro el aire, lindos mis pacientes. Hasta yo debo haber estado lindo.

* * *

El disco Canción del Sur, se abre con la canción La Vida Mágica, Ay Sí, que es una especie de cueca psicodélica. Recuerdo una época en que poner el disco a la hora de despertar era todo un rito para mí. El día empezaba muy bien; yo, como avión.

Hagan la prueba.

Vale.

miércoles, septiembre 05, 2007

La Poderosa Muerte II

En una escena de "El Señor de los Anillos", el rey Theodan llora frente al cuerpo de su hijo y clama porque un padre no debe enterrar a su hijo, porque no hay dolor más grande, porque no hay situación más indebida. Se me encongió el corazón, recuerdo, y pensé en mis hijos, y algo así como una oración le dije a Dios antes que cambiara la escena.

* * *

Me encuentro con M. El fin de semana ha enterrado a su hijo de 19 años. La embarga una extraña serenidad, más allá del dolor. Ha querido ir con él; a cuidarle, imagino; a hacerle compañía, a caminar con él por unos prados infinitos. Pero se ha quedado. Otros hijos están aquí, y una madre es una madre es una madre.

Encontré esto en la red. Visítenlo.


Un poema, para terminar. Uno de los Sonetos de la Muerte de Gabriela.

Del nicho helado en que los hombres te pusieron,
te bajaré a la tierra humilde y soleada.
Que he de dormirme en ella los hombres no supieron,
y que hemos de soñar sobre la misma almohada.

Te acostaré en la tierra soleada con una
dulcedumbre de madre para el hijo dormido,
y la tierra ha de hacerse suavidades de cuna
al recibir tu cuerpo de niño dolorido.

Luego iré espolvoreando tierra y polvo de rosas,
y en la azulada y leve polvareda de luna,
los despojos livianos irán quedando presos.

Me alejaré cantando mis venganzas hermosas,
¡porque a ese hondor recóndito la mano de ninguna
bajará a disputarme tu puñado de huesos!


Vale.

jueves, agosto 30, 2007

La Poderosa Muerte

Conocí a Andrea, y a su madre. Hacía unas semanas que no sabía de ella; por entonces estaba bien, aún, enamorada y, parecía, feliz de estar viva.
No se qué pasó estas últimas semanas; lo obvio es que no me visitó: que nuestra relación no alcanzó a ser estrecha, sólida, de ayuda. Que no pude ayudarla.


La poderosa muerte.
Silencio.

Preguntas, tantas preguntas.
Silencio.


Rezo por vos, Andrea. Por tu madre. Por nosotros, los que nos quedamos aquí, todavía.

jueves, junio 28, 2007

La pena buena

Depresión y pena no es lo mismo. Sentir pena no es una anomalía; sólo es señal de que hemos perdido algo (o a alguien) que nos es valioso. Está bien sentir pena; y si siento mucha pena es porque amo (o amaba) mucho lo perdido. La intensidad de esa pena es proporcional a la intensidad de ese afecto, cariño o amor. Ni más ni menos. Honrar nuestra pena es un modo de honrar también la memoria de aquel o aquello que hemos perdido. Y nos puede movilizar a su búsqueda y recuperación, después.
Llorar puede ser inútil, pero también son "inútiles" otras bellezas. Está bien llorar: tampoco es una anomalía. Puede ser el modo de expresar esa pena que nos inunda.

Tal vez ni siquiera estar deprimido sea una anomalía. O no siempre. Puede que sea así como las estaciones del año, le decía una vez a un amigo: no es anómalo el invierno y correcto el verano. La armonía estará en el vaivén.
Eso.

Estoy equilibrando el post anterior: a veces la pena es buena, y nos trae algún aprendizaje. Me mueve, por cierto, la vida misma y sus vaivenes.
Una joven un día se dió cuenta que las únicas veces que daba paseos por la playa, sola, a veces con un libro de versos, a veces sólo mirando el horizonte, era cuando estaba "bajoneada". Y nunca había visto nubes o atardeceres más hermosos que los de esos días -de hecho, no los veía cuando estaba "bien". Creo que aprendió a contemplar sin esperar los bajones; acaso si lo hizo se empezó a bajonear menos. Acaso eran recreos para su alma.
Un poema (la letra de una canción, también) para terminar.

LA PENA VUELA

Tuve una pena buena
y aún los labios de ella vuelan
en el contorno de los sueños que aún me quedan
como lo pájaros de un cielo en acuarela.
Vuelan
y en la ventana el brazo apoya la cabeza,
en el tejado un gato juega con estrellas
que el alma pinta con sus dedos de princesa.

Y cuando brilla el sol
la pena tiene un resplandor
y es como del color
de alguna calle que llovió.

Pena,
se encoge de hombros mi camisa entre las perchas
cuando la miro para verme en el camino.
Quizás aún la lleve puesta...

Y cuando brilla el sol
la pena tiene un resplandor
y es como del color
de alguna calle que llovió.

Igual vale.
(El poema es de Manuel García. la canción, de García-Villalobos, la dupla compositora de "Mecánica Popular")

Para escuchar!

martes, mayo 08, 2007

¿Más vale tarde que nunca?

Eso espero:





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(Se va, se va, se fue)

(para cantar, vaya al final del post anterior)

martes, marzo 06, 2007

Se va, se va,... se fué.

Hay un cuento, sufí, me parece, pero quizás de la tradición zen, que dice que había un noble, tal vez un Rey, que sufría a veces de melancolía, y que cuando caía en esos estados, grande era su sufrimiento; tanto, que más de alguna vez quiso morir. Entonces llamó a los sabios, a los médicos, a los magos buscando alguna solución para su mal. Nada. Hasta que apareció uno que dijo tener un remedio: y escribió algo en un papel que guardó en un cofre que le dió al noble diciéndole: "No lo abras hasta que estés en medio de la melancolía. Entonces léelo y aprenderás una verdad magnífica". Pasó el tiempo y nuestro personaje tuvo un nuevo episodio de esa tristeza abismal. Y recordó su cofre y aquel papel guardado. Lo buscó y leyó lo siguiente: "Ya pasará, mi Rey; ya pasará."

* * *

Sí, pues. El poder de la melancolía es tan grande, que cuando estamos en ella cuesta verla como lo que es: un estado transitorio, no más que unas gafas que de pronto nos tiñen de gris o de sepia el paisaje. Que ya pasará.
Por eso, cuando de pronto nos liberamos, la experiencia del despertar es tan profunda; es como volver a ver las cosas por primera vez.
Esta semana he tenido tres pacientes que me han compartido su experiencia del despertar. Una niña me decía qué rara se sentía, que ¡puf! había simplemente desaparecido un peso negro que cargaba ya tanto tiempo, que había llegado a creer que ella era así. Lo descubrió un día que ya no quiso ponerse una prenda negra -el único color que usaba. Otro se sorprendió tarareando una canción que no oía desde niño. A una madre su hijo le dijo: "Mamá, cuánto tiempo que no te reías conmigo".
¿Qué pasó? ¿Cómo ocurre este cambio? Ni idea, la verdad. Lo cierto es que de pronto simplemente allí donde había tristeza ahora hay alegría, donde había resignación ahora hay esperanza y entusiasmo, donde había esa lúgubre galera del resentimiento, ahora hay paz y una clara luz. Un maestro de la terapia decía que la salud no requiere explicación sino gratitud. Y esa es, por lo general, la única invitación que les hago a mis pacientes -ya a punto de ser mis expacientes: que vivan la gratitud, que entonen cánticos de alabanza a Dios o a la vida. Que lo disfruten.

Encontré esta canción/poema, para cerrar este post. Si la cantan, mejor:


Se va, se va, se fué.(Música: Ben Sidran/Letra: Jorge Drexler)

Con el anhelo dirigido hacia tí
yo estaba solo, en un rincón del café
cuando de pronto oí unas alas batir
como si un peso comenzara a ceder
se va,
se va,
se fue...
Tal vez fue algo en la puesta de sol,
o algún efecto secundario del té,
pero lo cierto es que la pena voló
y no importa ya ni siquiera por qué,
se va,
se va,
se fue...
Algunas veces, mejor no preguntar,
por una vez que algo sale bien,
si todo empieza y todo tiene un final,
hay que pensar que la tristeza también
se va,
se va,
se fue...


Vale.

(tuve un problema técnico y no he podido poner la canción aquí. Ya vendrá)

martes, enero 30, 2007

Año nuevo, ¿vida nueva?

Antes de Humane Vitae, tenía este post escrito, pero la oportunidad no era. Ojalá no sea muy extemporáneo; creo que no, las vacaciones hacen que para muchos aún estemos por empezar el año. Y que aún nos hagamos declaraciones o promesas más o menos poderosas. Es sobre eso el post, sobre la posibilidad de que tomemos mejor las riendas.
Ahí va:

A los doctores y a otros de la salud nos pasa a veces que cuando saben lo que hacemos, las personas empiezan a "consultarnos", y eso en cualquier contexto, así que no es raro que en una comida, en una reunión social o de padres y apoderados, etcétera, terminen contándonos acerca de pústulas, problemas de digestión o, en mi caso, de locuras varias.
De ahí que rara vez diga espontáneamente en qué trabajo . Bueno, ese no decir tiene otras fuentes, pero ya hablaré de eso en otro momento.

La vida nueva.
¿Cómo hacer que no sea sólo un buen deseo?
Esto me pasó hace pocos días, precisamente en una reunión social; ahí estaba este servidor, con una copa en la mano (pinot noir 35%, chardonnay 65%, decenas de rosarios de burbujas ascendiendo), conversando esas cosas que se conversan en estos casos: sí, claro, cómo no, cierto, mmm, etc. Bien.
Ma de pronto me intercepta un hombre adulto de unos treinta y tantos, profesional. Nos conocemos, pero apenas hemos conversado antes y de esas conversaciones como las que puse más arriba. Me dice que me quiere pedir ayuda; un consejo, dijo. Y me reseña en un dos por tres aspectos de su biografía y de la crisis que ahora está viviendo. Cerca nuestro siguen las sonrisas y los brindis; por un segundo me siento con ganas de contestar con el (pìloto) automático y volver rápidamente al cóctel. Pero qué le vamos a hacer, le miro y le veo, así tan cómo debe estar pasándolo que tampoco está en el cóctel y me está contando cosas de las que tal vez se arrepienta luego.
Le escucho.
Y "Lo cacho", como decimos en Chiwi: Es un irresponsable, es decir, un impotente. La vida le pasa, las cosas le ocurren, los otros le llevan a hacer x ó y.., etc. Una víctima; una hoja al viento del otoño; una partícula a merced de las fuerzas cósmicas; un ser arrojado al escenario incomprensible de la existencia.

Pfff. No, pues; así no. Así no pasa nada. Así este año será como el anterior, como el anterior, como el que vendrá...
Córtala; es decir, ya está bueno desa cantinela, como decía mi abuelita.

Responsabilidad en las duras y en las maduras. Ese sí que es el juego verdadero.

eso.

martes, enero 23, 2007

Humane Vitae

Hace casi tres años nos juntamos en un café del Mall de La Serena Kenia Areyuna y yo. No éramos amigos, pero ya nos conocíamos. Ella es kiniesióloga y acababa de recibir su título de Dra. en Quiropraxia y coincidíamos trabajando en un centro médico "alternativo" de la ciudad.
Y estábamos por irnos de ese lugar, desilusionados y algo magullados; sobre todo ella.
Kenia soñaba con trabajar en un lugar donde todo estuviese en sintonía con la salud, y la salud entendida de un modo amplio, diría "holístico" si esa palabra no estuviese contaminada por los frutos de tanto charlatán irresponsable.
Apenas nos conocíamos y la conversación fue de una potencia tal (su entusiasmo era tan contagioso) que comenzamos a soñar juntos. Y al poco tiempo entusiasmamos a alguien más, la Dra. Janeth Cevallos, una pediatra ecuatoriana que compartía nuestra intuición en hacer una medicina a escala humana. (qué revelador esto de que tengamos que declarar un énfasis en lo humano, cuando lo que hacemos es medicina!)
Bueno: nació el Centro de Salud Humane Vitae.
Soy el "Director Médico"; la verdad es que no hago mucho aún. Ya llevamos un año de "marcha blanca", lo llamamos. Este año queremos darnos a conocer mejor. Hoy acabamos de hacer el primer post del blog oficial. Vendrá pronto una inauguración con cóctel y todo. Yo creo que hasta con discursos.

Pueden visitarnos.